Después del verano y con la vuelta al cole o llamémosle la rutina llegan los nuevos propósitos, las ganas de comenzar nuevos proyectos, la organización, los horarios…
En verano parece que nos hemos permitido relajarnos (o no, a veces la falta de rutina nos descoloca bastante), entrar un poco en el caos, el desorden, descargar tensiones diarias relacionadas con el ritmo de vida habitual.
Se me ocurre que este es un buen momento para hacer un ejercicio de escucha a nuestro cuerpo. Si te dijera: SIENTE TU CUERPO.
¿Cómo te sientes al volver a la rutina?
¿Notas tensión en alguna zona concreta?
Nuestro cuerpo es nuestra cara al mundo.
Escuché en una ocasión, en un taller que asistí, que somos una conciencia corporeizada y me encantó. Efectivamente, lo que vemos es la capa exterior de todo lo que sucede dentro de nosotros, física, psicológica y espiritualmente. Según la medicina tradicional china nuestro cuerpo físico es lo último que se expresa. Me parece extraordinario poder mirar dentro para ver qué pasa fuera y este momento suele ser de balance, de nuevos deseos, de revisiones. Quizás es un buen momento para ver qué nos duele e intentar indagar por ejemplo en si sólo es un dolor de rodilla o no estamos tomando una decisión que nos impide avanzar y se expresa de ese modo. A lo mejor no estás en sintonía con este enfoque pero es difícil negar que nuestro cuerpo es un agente de información y que es interesante atenderle y observarle.
Si tienes como propósito atenderte un poco mejor este curso detente un momento y apunta después de unas breves respiraciones qué parte de tu cuerpo necesita más atención.
- Los dolores de espalda puede que estén hablando de tu postura, y tu postura quizás refleje algo que puede ser mirado con atención y sobre todo con amor.
- Abrir los brazos como si fueran alas puede ser un ejercicio diario que puede abrir tu pecho e impactar en tu columna y a su vez impactar en el modo que miras a las personas.
Pequeñas atenciones sobre nuestra “carrocería” pueden ser absolutamente revitalizadoras.
- Bailar dejando caer la cabeza,
- caminar dando pasos más largos y observando a los que se nos cruzan en la calle,
- mirar a los ojos por más de 3 segundos,
- revisar nuestra pisada (si caminamos apoyando todo el pie o no),
- respirar a conciencia,
- frotar nuestra piel (con o sin ayuda)
son pequeños actos de amor sobre nuestros cuerpos.
A veces nos centramos en aprender cosas nuevas, en machacarnos en un gimnasio, en subirnos la montaña más alta, que está muy bien ojo, no digo que estas cosas no nos ayuden a sentirnos mejor, pero a veces descuidamos lo que tenemos más a mano y que además es un tesoro porque es quien nos mantiene en vida y que ya sabemos que debemos aprovechar.
Te invito a la reflexión sobre los cuidados conscientes, que también valen esos de comprarse una rica crema para cuidar nuestra piel o comer algo delicioso con muchísimas ganas.
Que tengas un dulce encuentro con tu cuerpo para el comienzo del curso.